viernes, 13 de marzo de 2009

Alegrame el día....


No se trata de la canción de Siniestro Total, sino lo que pensé esta mañana cuando oí en la radio esta noticia. Javier consiguió curar a su hermano, librarle de una mala vida que no eligió ni mereció. Javier ha nacido libre de una grave enfermedad genética de la que su hermano era todo un enfermo experto con solo 7 años y que le auguraba una esperanza de vida no superior a 35 años, con suerte se llevaría casi toda su vida entre médicos, tranfusiones y olor a éter.

Hasta el mas cabrón de la tierra se alegraría sin mas de que finalmente Javier curase a Andrés, bueno quizás hay alguien que no se alegro. Alguien que se aferra como un taliban de sacristía a sus falsos principios de su asquerosa moral católica para preferir el sufrimiento de un inocente niño a su alegría y vida plena, todo ello, eso si, a la sombra de su crucifijo manchado de sangre de tantos siglos.

Los obispos condenan moralmente la técnica medica utilizada para obtener el embrión sano que a dado lugar al nacimiento de Javier. Se permiten ser jueces morales en un juicio injusto en el que, a su parecer, condenan a una vida horrenda y una muerte injusta a un niño. Señores Obispos, permitan me que desde este blog ejerza mi libertad de expresión para determinar su catadura moral, son unos hijos de la Grandisima puta.

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