No se si sera una fecha señalada en la efemerides generalista, pero sin duda en mi particular microcosmos es la que tengo grabada y en rojo.
Mucho de los que yo llamo "insurrectos" recordaran aquel día como el día después de ganar la copa contra el "Gegafe", pero crean me que mi recuerdo no se debe a tan triste suceso.
Creo que nadie ha esperado con tantas ganas oír su nombre por una megafonía como lo hice yo en esa fecha. El brumoso murmullo de la sala de espera donde se ruega silencio, no entorpeció mi atención, y es que en ese momento solo tenia oídos para aquel altavoz.
Cuando sonó la llamada, salte de mis tacos de salida y me fui directo a la puerta donde la había visto por última vez. Torpemente me calce ese disfraz que te obligan a ponerte, y en apenas dos viñetas, cual mortadelo hospitalario lo tenia puesto.
Con la espiración pausada pero el pulso a cien entre en un quirófano que me pareció de todo menos frío, parecía que el acero inoxidable y el cristal eran maderas nobles y parquet sueco.
Mi vista se fijo primero en ella, de refilón vi el suelo cubierto de sangre y manchado con la casquería propia. Pero ella me sonreía y eso me tranquilizo, no puedes mentir a alguien que te quiere así, su gesto era sincero como no puede ser de otro modo en ella.
Me miro con su típica sonrisa y con un ademán de la cabeza me dijo; - Ahí la tienes...
Fue entonces cuando la vi por primera vez, no era como la imaginaba, es mas nunca fui capaz de imaginarla.
Estaba aparentemente tranquila, en silencio, no lloraba, y nada mas entrar en su campo de visión clavo sus ojos en mi mirada. Ahí empecé a darme cuenta de lo que sentía, ella parecía conocerme de toda la vida, ni un aspaviento, con una paz y relajación difícil de expresar con palabras.
Su piel esta blanca, muy blanca y mientras la enfermera la limpiaba ella no dejaba de observarme como si de eso dependiera su vida, y fue entonces cuando entendí por primera vez cuanto la quería.
Nunca pensé que alguien me pudiera trasmitir tanto con la simple utilizaciónn de un solo sentido, o quizás es que mis cinco sentidos estaba para ella, que digo, ahí conocí lo que es el sexto sentido.
Confieso que no sentí ganas de abrazarla, ni de tocarla, hipnotizado tal vez por aquellos dos ojitos que no me quitaba de encima. Tras apretar los dientes le dije sin palabras;
- Tendré toda la vida para quererte y cuidarte.
Hoy hace un año......
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