domingo, 4 de octubre de 2020

El muelle de las Carabelas....

 El mar es es gran desconocido que en verano nos aporta momentos de ocio, refresco y al final del día salitre y piel tirante por el sol, pero en esa época del año se muestra dócil, placentero, tranquilo y casi inofensivo.

Ese mar de nuestro recreo sigue siendo frontera de lo desconocido, bravo enemigo, con esa fuerza casi ilimitada que nos hace sentirnos tremendamente frágiles ante su embestidas, así veo estos días de ciclogénesis (creo que la llaman así) el Atlántico en la costa de Huelva, justo en la desembocadura del Tinto de donde salió Colon hacia tierras desconocidas tratando de abrir una nueva ruta hacia las Indias.


El viaje que acabaría consiguiendo un cuarto de mundo mas al conocimiento de este planeta, desmanes y exterminios aparte, este viaje supuso un hito en la aventura naval de la humanidad, una gesta que tras mi visita a las réplicas de los barcos que la hicieron posible me parece aún mas bestial si cabe.
Esos barcos son los tres ya mundialmente conocidos; La Pinta, la Niña y la Santa María, dos Carabelas ágiles de poco calado y muy rápidas en mar abierto y una Nao mas pesada, con mas capacidad de carga que era donde navegaba el ilustre Genovés Cristóbal Colon.




El viaje tuvo que ser un cumulo de penurias, incertidumbres, inquietudes y miedos para un grupo de hombres del siglo XV, mayoritariamente eran Palermos y Moguereños, gentes que conocían el mar, lo respetaban por saber de sus peligros pero a su vez tenían el suficiente arrojo para tamaña empresa.
Lo que sabemos de ese viajes se debe en parte a los escritos de Fray Bartolomé de las Casas que reescribió y a su vez resumió el cuaderno de bitácora de Cristóbal Colon que se perdió no se sabe muy bien como.
Si tenéis la ocasión de visitar el Muelle de Las Carabelas podréis ver, medir y sentir casi en primera persona la proeza que sería ese viaje, sorprende la cubierta abovedada para favorecer la evacuación de agua que caería de la lluvia o de las propias embestidas del mar en aguas abiertas, podréis notar la angustia que supondría estar 69 días de viaje, con pocos víveres y menos agua en sus ultimas jornadas, sin la certeza de llegar a tierra....




La Santa María, nave de mayor porte de las tres, era la que llevaba a Colón, pero no creáis que el camarote del Capitán rezuma lujos y comodidades aunque comparada con la manera de dormir de los marineros, esteras en cubierta hiciera el tiempo que hiciera, sin duda era primera clase



Recreacion del camarote de Cristóbal Colon
Santa María 


Con los instrumentos de navegación de la época resulta increíble la precisión de la expedición para trazar la ruta mas adecuada de ida y de vuelta, muchas son las teorías sobre la información privilegiada que obraba en poder de Colón que podrían explicar tal exactitud, pero con el o sin ella este viaje supone una aventura tan difícil de creer como de llevar a cabo.

El 12 de Octubre de 1492, un marinero de La Pinta llamado Rodrigo Perez de Acebedo , Rodrigo de Triana (algunos historiadores de atribuyen el nombre de Juan Rodriguez Bermejo) divisó tierra sobre las 2 de la madrugada, hay que imaginar el estruendo que supondría el ansiado grito de TIERRAAAAA.....


Lo que pasó después tienen muchos análisis, muchos claro oscuros pero no debe quitar ni un ápice de merito a la que sin duda es de las mayores gestas de la historia naval de la humanidad. Y pese a esto, el mar sigue siendo el lugar menos explorado del planeta que sin duda sigue albergando misterios y conocimientos que están esperando ser aclarados.